La dirección exitosa de las organizaciones se fundamenta en el desarrollo personal, en los principios y valores, y en la responsabilidad social, sustentado todo ello en las habilidades que permiten a las personas relacionarse de manera eficiente, respetuosa y enriquecedora con los demás.
Así lo advierten Françoise Contreras y David Barbosa, profesores del Grupo de Investigación en Perdurabilidad Empresarial de la Facultad de Administración de la Universidad del Rosario, quienes aseguran que aspectos como la integridad, el optimismo, la felicidad, las virtudes, los valores, la visión, la constancia, la satisfacción y la calidad de vida percibida (todos ellos asociados al liderazgo efectivo), cobran especial vigencia para promover empresas exitosas y productivas desde todo punto de vista.
Las habilidades propias de la dirección se estructuran actualmente en torno a la estrategia, el liderazgo y la realidad empresarial (esencia de la formación en la Universidad del Rosario), enmarcadas dentro de una perspectiva que define la organización como un fenómeno complejo y en permanente cambio, donde probablemente lo que fue funcional en un momento histórico, en la actualidad puede ser una amenaza para la perdurabilidad empresarial.
Todo ello implica, que las organizaciones empresariales, deben centrar sus esfuerzos en el desarrollo de las personas dentro de una actitud ética y socialmente responsable.
Los expertos en comunicación recomiendan utilizar un estilo que evite conductas defensivas en el interlocutor y sugieren una comunicación de apoyo. Por ejemplo, en un llamado de atención se sugiere describir el comportamiento no deseado al que se está haciendo referencia en vez de evaluarlo (“este mes ha faltado dos veces al comité” en lugar de “siempre falta al comité”).
Es necesario que el directivo se oriente hacia el problema en cuestión y evite culpabilizar a los demás (“cómo podemos lograr entregar la propuesta a tiempo” en lugar de “debió haber actuado con mayor celeridad”). Aunque no esté de acuerdo con su interlocutor, la persona debe tratar de ponerse en la posición del otro (“explíqueme mejor sus razones” en lugar de “no estoy de acuerdo, simplemente hágalo”). Todo ello dentro de un gran respeto por el otro sustentado en la confianza y la equidad.